
Viaje
al Taktsang
Su nombre era, "Chinco", no
llegaba 1,50 de estatura, pero su sonrisa y las ganas de vivir sobrepasaban los
2
metros de altura. Su piel morena y su cabello negro eran otra señal de
identidad (como sus ojos, color de "Coca-Cola").
Pequeña
como un ratón y con sus mismos movimientos, rápidos e incansable ( yo creo que
siempre quiso ser cabeza de ratón, mas que cola de león).
Agotaba
a todo su entorno, menos a una persona. Su inseparable amiga; mas menuda que
ella, con un color pimienta en su pelo y unos ojos negros, siempre pensé que
eran dos almas gemelas.
Su
nombre era "Mau".
Chinco
tuvo que partir hacia el Monasterio Taktsang o también conocido como el Nido
del Tigre, se encuentra en el Valle de Paro, Buthan. Construido en la roca a
mas de 3,500 metros sobre el nivel del mar, cuelga sobre un precipicio casi
vertical de unos 800 metros, y solo se puede acceder a pie. Este Monasterio de
la “antigua escuela” (Nyingma ), fue construido en 1692, alrededor de la cueva
en la que se dice que el Guru Padmasambhava meditó durante 3 meses.
El
Gurú Padmasambhava fundador de la escuela tibetana de budismo Nyingma en el S.
VIII, fue quien instauró el Budismo en Bután. Es reconocido como el segundo
Buda, y es también conocido como el Guru Rinpoche o el “Maestro Precioso” tanto
en Bután como en el Tibet.
Existen
varias leyendas que explican el por qué el Monasterio recibe el nombre del
“Nido del Tigre”, una de ellas afirma que el Guru Padmasambhava llegó a hasta
este lugar a lomos de una tigresa voladora. Otras leyendas, aunque coinciden,
llegan a afirmar que la tigresa voladora se trataba realmente de Yesge Tsogyal,
esposa de un emperador, que fue discípula y consorte del Guru Padmasambhava, y
según dice esta leyenda Padmasambhava transformó a Yesge Tsogyal en la Tigresa
Voladora que le llevó hasta la cueva en la estuvo meditando durante 3 meses,
dónde más tarde construirían este maravilloso Templo en su honor.
Este
monasterio atrajo tanto a Chinco, que desde hacia años quería visitarle y a la
vez su maravilloso país;
Bhutan.
Mau
por su parte, se quedo a muchos kilómetros de distancia del país maravilloso, "por
ganas", la habría acompañado. Pero la edad de la menuda anciana, no se lo
permitía.
Aunque,
"como todas las cosas buenas", que acontecen en esta vida y quedan
mas clavadas en el recuerdo ( ella, tendría tantos buenos momentos vividos con
ella en estos años) y su sombra acompañaría a Chinco, hacia el lejano país
pegada a la de ella, como una.
Chinco
afronto con ganas e impaciencia la subida y desde un principio, sus pautas la
delataron;
coger
su propio ritmo y respirando por la nariz con unas grandes inspiraciones,
llenando sus pulmones con algo mas de aire, olores, sensaciones y visiones del
paisaje maravilloso que la rodeaban. Aunque por la altitud, se notaba la falta
de aire en sus pulmones.
En
30 minutos llego al gran mirador donde se contemplaba el monasterio pegado a la
roca y colgado en el abismo de la montaña, el viaje estaba compensado con el
paisaje de este momento. Aunque su sombra pesaba el doble, a su ver corría el
doble, sentía la fuerza de la diminuta compañera. Una vez coronada la cima, empezaría
el descenso hacia el puente que cruza la cascada y por ultimo acometer los
300m
finales de subida al templo. Se quedo pensativa y miro sin querer hacia sus
pies creyendo que la encontraría, pero no fue así, aunque por el efecto del sol
su sombra estaba mas abultada ( a miles de kilómetros sus ojos brillaron había
coronado la cima y contemplaba el monasterio, fijo su vista cansada en dirección
al cielo y encontró los ojos de su amiga ).
En
la bajada, camino del puente, el cual sorteaba el arroyo de la impresiónate
cascada, Chinco se encontró un retal de tela ( por su color rojo – azafrán y su
textura, parecía un pedazo de retal de algún hábito que visten los monjes).
Estos
hábitos procede de la idea de usar ropa ordinaria que les protegiera de los
elementos. No puede estar hecho de una única pieza, sino de retales cosidos. El
color varía según la tradición, amarillo o azafrán en los países de tradición
theravada, rojo en Tibet, gris o negro en Asia oriental.) lo recogió y se lo
anudo a la muñeca y pensó otras de sus frases “ el camino te lo da".
Hoy
30 septiembre de 2.010, vamos camino de la clínica Chinco lleva en sus brazos a
Mau, desata de su muñeca el retal de tela color rojo – azafrán y se lo anuda a
Mau en su mano delantera derecha, "ella" ya se ha despedido de todos
a su manera (siempre con la mirada), en estos pocos minutos busca a todas las
personas que están a su lado (como siempre a echo, buscando y contando a la
gente que la rodean), los mira con sus ojos negros, brillantes y envejecidos
por sus cataratas. Pasa de unos brazos a otros ya que sus limitadas fuerzas la
impiden andar con ese movimiento que la caracterizo siempre de aéreo, ágil y
ese sonido de sus pisadas en el suelo tan peculiar.
Entramos
en la sala y para mitigar el frió de la mesa Chinco y compañía ponen sus manos
sobre ella; esta tranquila y muy cansada. Su mirada es de relajación absoluta,
como queriendo decir: "este es mi viaje, mi ultimo viaje".
"Gracias".
Ana,
la veterinaria, coge su pata delantera derecha buscando una vena y clava la
aguja ( Mua mira contado a los presentes como siempre y despidiéndose con la
mirada por ultima vez). En un momento de silencio cuando el liquido entra en su
cuerpo, Ana empieza a cantar el mantra
del
Guru Rinpoche ("Mantra": palabra de origen sánscrito, que esta formada
por los términos manaḥ y trāyate, que se traducen como mente y liberación
respectivamente).
Permanecemos
tocando su piel, su cabeza y su cuerpo hasta que se apaga la vida que nos dio.
¿Tiempo? no se cuanto paso.
Pero
lo que si os diré; que nunca la olvidare y tampoco esa filosofía "de vida"
que un animal te aporta y muchas personas no entienden.
Su
nombre era "Mua"; no llegaba 30cm de estatura, pero su mirada y las
ganas de vivir sobrepasaban los 2 metros de altura, su piel morena y su
cabellos color sal y pimienta eran otra señal de identidad, como sus ojos de
color negro. Pequeña pero ágil y de movimientos rápidos, saltos increíbles e
incansable, solo no agotaba a "Chinco"; dos sombras unidas por el
destino y la vida.
Escrito
y dedicado para Uma Dana
Gracias;
por todos los momentos que hemos vivido juntos y sobre todo "gracias"
por haber cuidado tanto de las personas que quiero. Nunca olvidare el sonido de
tus uñas al contacto del suelo de casa al caminar, esa sombra eterna detrás de
ti.
30 de Septiembre del 2.010